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viernes, 19 de agosto de 2016

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Como ser más autodisciplinado y porque me cuesta tanto


La disciplina parece ser una mala palabra entre los más jóvenes y en la sociedad en general porque está asociada inmediatamente a la idea de esfuerzo, algo que ha decaído mucho como un valor antes anhelado y ahora más bien evitado. En parte esto se debe a un aumento excesivo de la idea del ocio y de las tentaciones de la procastinación que como a un Ulises moderno llaman a la perdición los sonidos de sirenas que han sido reemplazados por notificaciones instantáneas de las redes sociales en nuestros teléfonos y computadoras.

La disciplina no es un valor gratuito en el sentido amplio del término porque implica compromiso, coraje, voluntad, motivación intrínseca bajo una promesa mayor y una capacidad de constante ritmo hasta el hábito. Y claro eso es mucho pedir si venimos de años hipnotizados por una adicción insaciable de revisar el mail y el Facebook a cada rato, sin embargo es posible construirla de a poco y sin dudas no es imposible.

La autodisciplina implica un compromiso con nosotros mismos, con aquello que sabemos que es bueno para nosotros y nuestras familias o que tendrá impacto positivo en nuestros trabajos y proyectos a largo plazo pero que debemos cultivar en el ahora mismo. Creo que, si se me permite el divague, esta es la misma razón por la que los políticos alrededor del mundo no pueden entender el impacto de sus decisiones acerca de medidas que favorezcan al medio ambiente y disminuyan los efectos de los gases de invernadero alrededor del mundo, es decir, no podemos actuar tan rápidamente sobre algo que es displacentero a ciencia cierta pero que no vemos resultados en lo inmediato. Piénsalo.

Todos tendemos a evitar el displacer y de eso ya hable en un post anterior pero lo esencial para poder construir mejores hábitos que nos conduzcan en una senda de la autodisciplina para lograr mejorar nuestras vidas y nuestras metas a largo plazos es justamente crear y reemplazar hábitos que nos acerquen a lo que anhelamos.  Los hábitos se construyen en rutinas diarias y la única diferencia con la autodisciplina es que para alcanzarla debemos obligarnos a cumplir tareas más allá del estado de ánimo que tengamos ese día, por eso es tan importante la planificación y la motivación personal que logres mucho antes de comenzar a pensarte como alguien renovado y exitoso en los aspectos que ahora ya sabes que quieres y debes mejorar.

Malas palabras: rutina, disciplina y esfuerzo

En  nuestra sociedad algunas palabras han sido degradadas a categorías en donde el solo hecho de mencionarlas nos hace ver como los malos de la película pero en realidad deberíamos bregar por recuperarlas y darles un sentido renovado pues lo que significan tienen un impacto directo en el modo en que vivimos nuestras vidas y las metas que alcanzamos, o que no alcanzamos, y de las que muchas personas al final caen en cuenta solo después de entender su valor vital, es decir, debemos restaurarlas desde la práctica.

Una de esas palabras es RUTINA. La rutina ha sido denostada por el ideal de inmediatez de innovación y de libertad total pero nada más alejado de lo que en realidad significa en el ideario social de los más jóvenes especialmente porque en realidad las rutinas de éxito nos convierten en personas de éxito en los campos en donde las apliquemos. Por ejemplo, el hecho de dormir temprano hecho rutina hace que rindamos mejor al día siguiente y eso es algo de por sí complejo de lograr si no estamos habituados o si nos creemos esas ideas muy “cool” sobre que los creativos piensan mejor de noche y cosas así. Nosotros no necesitamos ser tan extremistas para lograr aquello que necesitamos, con la rutina basta y sobra en muchos casos.

Disciplina es otra mala palabra en esta posmodernidad que pregona un libertinaje basado en el facilismo y la casualidad de los resultados exitosos cuando  en realidad se trata de trabajo duro y persistente de manera metódica y que solo es posible construir en base a rutinas disciplinadas y en base a ideas disciplinadas porque no debemos olvidar  que la forma en la que pensamos determina la forma en la que vivimos y si no pensamos o no tenemos el hábito de pensar de manera disciplinada sobre nuestras acciones e intereses y principalmente, de perseguir nuestras metas de manera disciplinada, entonces obtendremos resultados azarosos que nada tendrán que ver con nuestros objetivos. La disciplina se construye de a un grano de arena a la vez.

Y finalmente otra mala palabra es el esfuerzo, tan denigrado porque implica todo lo anterior y que casi siempre es evitado pues estamos acostumbrados a invertir el mínimo esfuerzo incluso en aquellas tareas que sabemos que nos permitirán generar más beneficios a largo plazo.


Espero que puedas comenzar a revisar estos aspectos claves si es que te resultan complicados traerlos a conciencia y si por el contrario, eres una persona comprometida con tus metas, te felicito y te animo a que sigas trabajando por ellas en base a estos estilos de vida, pues eso son. 
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1 comentario:

  1. Definitivamente la disciplina requiere esfuerzo... Pero.. por qué me cuesta tanto Alex? Por mas que quiera sigo viendolo como una mala palabra(?)

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