Estamos empezando un nuevo año y eso no es poco. Hay personas que
cuando hacen un balance del año anterior no lo hacen con la conciencia puesta
en la realidad sino que solo lo hacen como una declaración de deseos que se
piensan como abstracciones que van a “sucederse” como por arte de magia en “algún”
momento.
Suelo escuchar declaraciones de algunas personas como por ejemplo: “este será mi año” o “voy a lograr todo lo que
quiera en este nuevo año” cuando en realidad ni siquiera están dispuestas a
planificar como lo van a hacer o que es lo que realmente quieren lograr y eso
los lleva a repetir conductas y actitudes ante situaciones de oportunidad y
también de fracaso, que ya usaron en años anteriores, sin revisarlas.
Lo trágico de hacer declaraciones de deseos y motivaciones es que se
quedan en ese punto, no van más allá de eso y creo que es ahí donde debemos
animarnos a indagar sobre que estamos haciendo con aquello que decimos que
queremos pero que nunca alcanzamos. Ojo
que esto ocurre no solo a nivel profesional y laboral sino que también ocurre a
nivel de pareja o de relaciones interpersonales, con los hijos por ejemplo. Los
deseos pueden ser puros, sinceros y ambiciosos, es justo que lo sean, pero
debemos poder convertirlos en metas.
Las metas son algo más que una declaración de deseo, implican un
escalón más arriba. Tener metas claras es aunar el deseo a un plan. El establecimiento
de una meta te permitirá crear una visión fuerte, clara y fundamentalmente
POSIBLE de lograr aquello que en un principio comenzó como un deseo o un sueño.
La planificación de eso que queremos lograr tiene que tener pequeños
objetivos mensuales, semanales y diarios. No exagero al pedirte que hagas una
lista diariamente de tus metas para ese preciso día, yo mismo lo hago por dos
cuestiones claves: el papel me permite
recordar cosas que de otro modo entrarían y saldrían de mi memoria todo el dia
ocupando mi capacidad atencional, es decir, distrayéndome y segundo, me gusta
escribir metas diarias y pequeñas porque tienen que ver con mi objetivo final;
la meta de ese día tiene un objetivo que estará ligado a mi objetivo final que
es más grande y más importante pero para lograrlo debo cumplir con esas rutinas
diarias que me propuse o con esas tareas del día.
Creo que el elemento más importante que tenemos en la vida es el
tiempo. Si tenemos salud y conciencia del tiempo todo lo demás se hace POSIBLE.
Sucede que el desarrollar una conciencia del tiempo implica justamente estar al
pendiente de en que lo invertimos y como lo hacemos más aun en esta época en
donde todo nos llama a procrastinar y perderlo en el meollo de la
superficialidad mediática de las redes sociales, la televisión basura y los
malos hábitos de sueño, de consumo y de ocio.
La cuestión del deseo es clave porque todo nace de ahí pero si
suponemos que tu deseo es un río salvaje que corre bravo y caudaloso hace
cualquier lado y que se alimenta de crecientes inesperadas o de lluvias periódicas
(como lo son en la vida las vacaciones, los fines de año y los comienzos de
año, el conocer nuevos negocios o nuevas personas, etc) entonces habremos de
prever esos momentos para poder instalar molinos, diques o crear nuevos canales
desde donde el agua fluya a nuestra voluntad y podamos sacarle así un buen
provecho.
Tener el deseo de hacer algo no está mal, no quiero que se malinterprete, lo que estoy
diciendo es simplemente que debemos pasar de los sueños y los deseos a las
metas y objetivos para hacerlos POSIBLES.
La analogía del rió, y como muchos de ellos surgen por lluvias de
estaciones, nos sirve también para pensar otra cosa, para pensar lo que sucede
con los deseos efervescentes pero efímeros, esos mismos deseos que todos
tenemos pero que pocos alcanzan a desarrollar una conciencia de ellos, como la
conciencia del tiempo de la que hablé antes y que está más relacionada a las
metas. Esta otra conciencia, la conciencia de los deseos estaría más
relacionada con ese perpetuo fluir de la correntada de tu rio motivacional y
creo que eso nos permitiría entender también porque hay personas que todos los
años cambian de pareja, de carrera, de negocio o incluso de religión como si se
tratara de algo para usar una vez. Me parece que lo que le da verdadera
consistencia en el tiempo a cualquier deseo es la visión de sí mismos que todos
tenemos, o que deberíamos tener para ir hacia ella.
Si una persona no sabe lo que quiere, cualquier cosa le irá bien o
la tratará como se trata un corte de cabello, una bolsa de plástico o un par de
medias. Hay personas que viven sus
deseos como una inundación constante, desbordante, inesperada y fuerte pero
efímera e inmanejable por eso mismo, pero porque sucederá eso?, creo que tiene
que ver con la falta de una VISION clara. Si tenemos una visión clara de hacia dónde
queremos ir y PORQUE estamos haciendo esto y no otra cosa el deseo se
reorganizará en función a ello, girará el molino en favor de la autodisciplina
y habrá menos arroyos que se desvíen hacia la procrastinación.
Mi deseo para este 2017 es una declaración para mí mismo que
quisiera que tú la tomarás y la hagas propia: Ten más conciencia de tu tiempo y de tus deseos porque nadie debería
bañarse en el mismo rio dos veces.
Creo que este video nos puede servir para seguir pensando el asunto de la conciencia del deseo: