Solo con la perspectiva que nos brindan los años pude hacer esta
reflexión personal que quiero compartirte en tanto hablemos de los negocios multinivel en contexto que la
mayoría de nosotros hacemos en nuestros países pero que no solemos pensarlo de
esta forma. Hoy quiero que pensemos juntos en lo que hacemos y que es lo que
verdaderamente representa para muchos emprendedores que ven en las
oportunidades que ofrecen las empresas
de network marketing una forma de vida y un estilo de transitar la época
pero de la que usualmente somos más bien cómplices ideológicos y no tan concientes de sus
implicaciones.
Uno siempre es -en cierta forma- cómplice, heredero y catalizador de sus
contextos aunque esto no suele decirse cuando se
hablan de negocios multinivel porque
parece entrar en contradicción con el lugar de liderazgo, éxito y globalización que se proponen desde las
diferentes empresas de mlm que operan en todo el mundo. Esto es especialmente
interesante de reconocer porque justamente uno de los ideales del pensamiento
posmoderno focaliza en el tener por sobre el ser con un ideal de superación personal
consumista ignorando la historia y el núcleo social de donde provenimos.
El ideal de exitismo personal
que se propician como una de las máximas aspiraciones de los nuevos
multinivelistas en la mayoría de las encuentros corporativos que se realizan alrededor de todo el mundo no
es solo la impronta de las compañías multinivel sino que es una aspiración
instaurada desde un plano mucho más amplio que tiene sus orígenes y
consecuencias en los contextos sociales en donde vivimos la mayoría de los que
nos hayamos inmersos en el paradigma del capitalismo y el libre mercado. El problema que quiero tratar de ubicar no
es el capitalismo como paradigma político-económico sino la exacerbación de
antivalores éticos que son producto de la posmodernidad y que tienen una fuerte
impronta neoliberal instaurada en prácticas cotidianas y valores
individualistas por sobre el olvido social que caracterizan a estos
antivalores.
Para ponerlo en términos simples me gustaría que hagas una comparación sencilla pero tremendamente
esclarecedora. Piensa en el estilo de vida, de familia y que era aquello
realmente importante en la generación de tus abuelos. Al comparar una o dos
generaciones previas con la actual podemos notar muchas cuestiones que más que melancólicas
son ahora casi espejismos morales acerca de aquello esperable de un hombre, de
la organización familiar, el trabajo y lo que podríamos pensar como rasgos de
pertenencia a una sociedad en particular.
Nuestros padres y abuelos vivieron épocas marcadamente distintas a la
nuestra y el concepto de ubicación y globalización ha cambiado tanto más por el
auge de la tecnología como de los bienes de consumo. Hoy el
mercado homogeniza sociedades, inhibe valores que no le son útiles al paradigma
y recorta aspectos de las personas que les permitan aspirar a un modo de
vida ideal (no siempre posible pero si prometido) de tal forma que puedan caer seducidos
por las mieles del exitismo, la individualidad, la frivolidad, la inmediatez y “el
futuro” más que por el reconocimiento del ser en comunidad, lo reflexivo, la
perseverancia dignificadora del tiempo y el presente en plural.
Aspirar a ganar millones de dólares no está mal, de hecho seguiré
pensando por mucho tiempo más que los
negocios de network marketing son uno de los pocos modelos comprobados para
que una persona común logre en pocos años libertad financiera, pero eso no
quiere decir que se deban relegar las otras dimensiones del ser ciudadano a cambio
de ideales exitistas que cieguen auténticos valores que vayan más allá del
beneficio económico personal.
Tal vez la única crítica que puedo hacer a algunos representantes de
negocios multinivel tenga relación con el tipo de valores que mercadean casi
como bienes de consumo y no como un desarrollo de la conciencia social. “El exitismo personal, para qué?”. Esa
sería la pregunta de fondo.
Caemos en una tentación
constante de equiparar valores de mercado con valores personales que no necesariamente deben ser los mismos pero que terminan instalándose
en el discurso de los distribuidores de
productos de multinivel a causa de ese necesario olvido de sus contextos
que de otra forma los obligaría a reconocerse como causa y efecto de dinámicas
sociales fragmentadoras de esos ideales que tanto pregonan porque llenarse la
boca de un discurso de millonarios y
encerarrarse en una mansión no va a evitar que aquellos mismos miembros menos
favorecidos de la sociedad que no
pudieron alcanzar ese estilo de vida los roben, los maten o los violenten de
formas que solo el rencor sospecha.
El origen de la vida en sociedad y de los valores que circulan en
ellas no son meros caprichos ciudadanos, son base y estructura de la
convivencia armónica que los posmodernos (en su sentido peyorativo) y los
millennials olvidan frecuentemente cuando toman modelos de negocios cargados de
todos los tintes del hiperindividualismo comercial o los valores propios del
consumismo sobre el cual justifican sus propuestas y adhieren a cuasivalores
sin trascendencia real para un sentido de la vida social.
Me animé a escribir este post como forma de reflexión en voz alta y
porque quiero que entendamos que lo que hacemos tiene implicancias que
refuerzan formas de vida que se dan por naturales y que en realidad no tienen
en absoluto nada de ellas. Lo que pasa en nuestras sociedades no nos debería
ser indiferente porque el riesgo está en creer que la realidad de los
desdichados se suprime con nuestro éxito personal y nada más errado que eso,
nada más penoso que sus consecuencias inevitables.
Hacer el mejor negocio del
mundo no te exime de replantearte un rol activo en
tu sociedad y de cuestionarte los valores que a lo mejor no sabes que promueves
o que crees que son “perfectos” e ideales para todos. Lo que elijes hacer define no solo tu rumbo
personal sino que permite que otras
realidades sigan proliferando o se instalen como opción en nuestros países, ese
es el sentido de pensarte como un catalizador social en una época donde todos
tienen las mismas aspiraciones, y en palabras de los de Radiohead, eso es lo que
nos diferencia de ser Creep…