A partir de ahora en este blog también voy a empezar a
comentar algunos libros que voy leyendo porque me parece interesante compartir
algo más de lo que normalmente acostumbro intercambiar contigo, algunos apuntes
de la universidad, algunas ideas sueltas y conceptos de libros que voy
recopilando o que no me quedan claros y que ahora quiero someterlos a tu juicio
también.
Creo que muchos de estos aportes que no tienen que ver con
los temas tradicionales de los que suelo hablar te van a ayudar también a tener
una mirada holística mucho más abarcativa que el simple y licito juicio que
generamos sobre las personas sin conocer realmente de donde provienen sus
estilos y sus formas.
En cualquier caso si quieres colaborar con esta serie de
nuevos conceptos que voy a ir trayendo en mis post de blogs te agradecería porque
la idea es clarificarlos juntos, pero si prefieres solo leer mis post de
negocios y mercadeo, también está bien.
Los conceptos que hoy quiero analizar en voz alta contigo son
los de scientia sexualis y arts erotica.
No sé si tu ya has leído esta serie de libritos sobre la
sexualidad de Michel Foucault pero
yo he comenzado por el primero llamado “La
historia de la sexualidad – la voluntad de saber” y la verdad estoy un poco
confundido acerca de un concepto que me pareció interesante y que tiene que ver
con el modo en que el autor explica el desarrollo de la concepción de la
sexualidad en Occidente.
El libro comienza con una fuerte crítica al poder (Foucault
es uno de los que mejor analizó al poder asi que es casi imposible que no
llegue a vincular sus ideas previas con el desarrollo histórico de la
sexualidad humana) que hace notar desde las primeras paginas, pero en un
momento cita dos conceptos que me llamaron la atención: la arts erotica y la scientia sexualis.
En la arts erotica,
según Foucault “…la verdad es extraída del placer mismo, tomado como practica y
recogido como experiencia; el placer no es tomado en cuenta en relación con una
ley absoluta de lo permitido y lo prohibido ni con el criterio de utilidad,
sino que, primero y ante todo en relación consigo mismo, debe ser conocido como
placer…”.
Con respecto a la scientia
sexualis dice que Occidente está enfrascado en una búsqueda de la verdad y
en un discurso “obligado” en el que el ser humano debe “confesar” su sexualidad
a un otro que lo habilita.
Se comienza a hablar de sexualidad propiamente, según el, en el
discurso organizado y habilitado dentro de esa relación donde hay otro a
quienes las personas le confiesan sus experiencias y todo su ser sexual.
Estos dos conceptos son interesantes porque el confiere a la
sexualidad occidental el carácter de opuesto a las de las civilizaciones que
han existido mucho antes donde la arts
erotica era un conocimiento donde el placer era solo conocido por la
experiencia individual para trabajarla desde el interior y amplificar sus
efectos decía, y donde había una necesidad de mantenerlo secreto para que
exista un maestro que lo pueda transmitir a un discípulo de manera cuasi esotérica.
Este libro me resulto muy interesante porque marca dos polos históricos
en relación a la forma en la que tratamos individual y socialmente de acercarnos
al estudio de la sexualidad en occidente pero al mismo tiempo hecha luces sobre
el poder discursivo y el poder mismo que se ha venido gestando en base a una
forma de enmarcar el tema desde diferentes sectores sociales y de relaciones de
poder, por ejemplo médico-paciente, maestro-alumno, estado – ciudadano, etc.
Hasta ahora el libro me sorprendió gratamente porque no
pensaba encontrar algunos resabios lingüísticos relacionados a la forma de
argumentar con respecto a la confesión cristiana
y la relación de poder que se establece con el confesor, cosa que por cierto ha
ido mutando, antes le confesábamos nuestros pecados o pensamientos impuros a un
cura, ahora lo hacemos a un psiquiatra que aunque no nos promete la salvación eterna
hace las veces de purgatorio.
No puedo evitar tampoco empezar a entender el impacto que
tiene este tipo de lectura para alguien que no se pone cotidianamente a pensar
en cómo habla sobre su propia sexualidad,
o si no lo hace, o con quienes lo hace, porque es aun al día de hoy que muchos
de estos temas siguen siendo tabú precisamente por una fuerte moral familiar y
religiosa que hace que las personas se autocensuren de intentar buscar la
verdad en el placer del discurso o en el placer de la verdad del placer como
dice el autor.
Entender la
sexualidad humana (¿Para qué? Dirán algunos) y entender de donde vienen
esas viejas fijaciones de tabúes y secretos confesionarios nos acerca también a
un redescubrimiento de cómo se forman las ideas y como se canalizan esas ideas
en personas intentan quitarle el sentido implícito que tenemos todos de
canalizarla hacia algún lugar y hacia cierto tipo de ideas que definen nuestras
vidas, sin ir más lejos, hacia la frustración o hacia el placer constante.
Si has leído esta serie de libros me gustaría que me dieras
tu visión de estos dos conceptos que aún me quedan por entender mejor, y si no has
leído a Foucault te recomiendo que lo hagas porque es un excelente autor y si no
tienes tiempo de leerlo, puedes escucharlo: